Caminito de la escuela


Por Gabriel Ballesteros Martínez

Hoy recuerdo con cariño  el madrugante y aterrador grito que profería mi mamá con frecuencia cuando estaba yo chavito… “¡te va a dejar el camión…!”. Un brinco, me apuraba y después de dos pitazos que confirmaban el riesgo del que había sido anticipado por la autora de mis días, subía dos escalones y  saludaba a Don Panchito,  el recordable chofer que me llevaba a la primaria. En el Querétaro de 1978 algunas escuelas ofrecían a sus familias el servicio de transporte escolar…  ¿porque hoy no?.
Recuerdo que el camión de la escuela era muchas cosas además de un medio de transporte que resolvía y mejoraba con su presencia el tráfico de aquella ciudad en sus incipientes horas pico. Era primeramente centro de intercambio de tareas y canje de estampitas; funcionaba como escenario para improvisados conciertos corales con los que nuestra apreciación musical se fortalecía a la voz de “al chofi no se le para”; refugio de la última pestañita;  alcahuete de los primeros coqueteos;   pero sobre todo era un espacio ideal para hacer amistad, para compartir la infancia y sufrir generosamente la pubertad a manos de algún grandulón que te agarraba de puerquito.
Dudando que en tantos años hubiera desaparecido este tipo de concesión de transporte público de pasajeros,  busqué en la Ley y confirmé que ahí sigue. Incluso pude encontrar otras modalidades para transporte de empleados en la industria y hasta para el campo. Por tanto la revisión del tema me llevó a otros caminos. Encontrar las razones por las que el transporte escolar colectivo no se usa,   nos refiere a diversos factores en los que el costo, curiosamente es el menos importante: Uno: hoy adquirir un auto es mucho más fácil que en aquellos años. Dos,  porque la planeación urbana (que no existe en Querétaro) no lo exige. Tres, porque hay un factor miedo en los propietarios de escuelas,  en el sentido de ofrecer un servicio que implica la responsabilidad de los chavitos desde antes de ingresar al recinto educativo. Cuatro,  porque supongo, no habría confianza por parte de los padres de familia dada la pésima reputación de los choferes queretanos. Y cinco, porque los papás siglo XXI nos hemos vuelto sobreprotectores y nos da –dijeran las señoras– “no sé qué”…
¿Usted ha hecho cuentas y sabe en cuanto le sale llevar a sus hijos a la escuela? Le aseguro que si lo ve con detenimiento,  la cuota de transporte que le adicionarían  es lo de menos y ya serían las asociaciones de padres de familia las que se encargarían de negociar seguros y detalles especiales en cada escuela. Afirmo que el costo no es importante,  si lo analizamos al estilo de los que saben de esas cosas: el costo deberá ser barato por la seguridad del negocio que le significaría a una empresa de transporte tener un cliente cautivo de esta naturaleza. No habría gasto de gasolina ni desgaste del vehículo particular. Habría tiempo para hacer ejercicio o descansar un rato más; es decir menos estrés, menos infartos, menos azúcar alta. Se reduciría el riesgo de accidentes matinales que son tan frecuentes. Habría menos desgaste de los asfaltos y por consecuencia menos impuestos destinados a mantenimiento de las calles. En esencia puras cosas positivas frente a un controlable riesgo.   
Es muy posible que todo este tema sea de percepción y tenga un contenido de naturaleza  psicológica que no alcanzo a descubrir, sin embargo nadie puede negar que hoy a Querétaro le vendría muy bien el transporte escolar como medida de mitigación del tráfico.  A nadie le está acomodando sufrir traslados de 40 minutos y hasta una hora para ir a dejar o a recoger a los hijos s la escuela.  Solo basta una tarde en el nudo de los Arcos,  donde hacia las tres de la tarde circula el flujo de por lo menos diez escuelas, para comprobarlo.  Propongo que así como estamos haciendo los bienvenidos mega puentes, pusiéramos empeño en incluir dentro de la lista de pendientes de política urbana,  el impulso al transporte escolar;  Estoy seguro que no tiene mayor dificultad revisar lo necesario para conceder facilidades a quien quiera dedicarse a esta noble empresa y para que se realizaran las habilitaciones legales y urbanas necesarias de tal modo que sea un medio de tránsito seguro para nuestros hijos. Si en el 78 nuestros padres le tenían confianza porque ahora no? 
Para aquellos que esto no parezca posible, vale decir que esta solución es la fácil, porque la de fondo es evitar largos recorridos por causa de la actividad escolar. Los cánones de la economía y el urbanismo dirían que lo apropiado es no mover masas dos veces al día y a la voz de que la mejor escuela es la que está cerca de tu casa, la salida sería decretar la distritalización de los servicios educativos (de educación básica para empezar) y establecer que nadie puede inscribir a sus hijos en una escuela fuera de un equis radio alrededor de su domicilio.
Como supongo que a ningún político con dos dedos de frente se le ocurriría proponer esto, insisto que hacer colectivo el caminito de la escuela (cri cri) es lo mejor que podemos hacer.
P.D. Desde aquí mando un saludo a dos estupendas amigas del camión de la escuela. Federica Pratelesi y Alejandra Gómez Flores.

El casado casa quiere

Por Gabriel Ballesteros Martínez
Desde aquella COMEVI hasta el IVEQ de hoy, el rol del gobierno estatal como agente económico proveedor de “pies de casa”  y vivienda de interés social  ha sido muy accidentado, por no decir que casi casi fatal.
Tanto gobierno como sea estrictamente necesario y tanta sociedad como sea posible, así  reza una versión del principio de subsidiariedad, que en cristiano quiere decir –de acuerdo a nuestro actual régimen económico—que  el gobierno debe meterse solamente en aquello que no podamos o debamos hacer los particulares o lo que es lo mismo,  zapatero a tus zapatos…
A la luz de nuestras experiencias recientes, me pregunto si el modelo del IVEQ es realmente lo que necesitamos en Querétaro para llenar el hueco existente en el tema de construir viviendas para los que no califican a otros mecanismos de financiación. Resulta aplicable el lindo eufemismo de los “coach” de negocios: nuestro Instituto de Vivienda tiene “áreas de oportunidad” que bien valdrían de soporte para sostener un replanteamiento general de nuestra queretana política de vivienda. Nótese que no cuestiono su existencia, la cual aprecio necesaria; la crítica va en función de la orientación a asumirse como agente económico constructor,  en lugar de consolidarse como un organismo regulador  y solo interventor de los procesos de planeación, valuación y gestión de reservas territoriales.
Que fácil sería para un gobernante simplemente extender un cheque al organismo de vivienda y decir “órale pónganse a hacer casas”… No se trata de eso, no se trata solo de que nuestros impuestos se destinen directamente a financiar al que gana menos de lo menos. Se trata de que el Estado ejerza su facultad reguladora y dirija el mercado con acciones de política territorial,  ejerciendo su derecho del tanto en materia agraria y otros mecanismos cuando sea necesario y bajo el principio de solidaridad fiscal inmerso en las leyes. De esta manera podría, entre otros frutos de su acción,  consolidar suelos baratos como insumo de empresas particulares que quieran arriesgar al volumen  con cliente asegurado.
Mientras que a COMEVI la trompicó el error de diciembre (1994), el fracaso del IVEQRO, modelo institucional de la administración de Francisco Garrido,  se debió a que la propia dirección de las decisiones inmobiliarias del gobierno atentaban contra la naturaleza del  Instituto; simplemente no se le dejó desarrollar, amén de los rumores sobre la transparencia de sus gestiones y de las “áreas de oportunidad” que han resultado tener las casas que construyó. En lugar de una bolsa de suelo urbanizable –pública– a cargo del organismo,  se prefirió impulsar y apoyar a empresas particulares,  para que fuesen estas las que adquirieran el suelo barato de la periferia.
Hoy,   mirándonos en ese espejo, estamos a tiempo de redirigir al Instituto como organismo de consulta especializada; entre otras cosas, como impulsor de la aplicación de eco-tecnologías en los modelos de vivienda básica; como entidad de planeación territorial o bien como instrumento de política social (a través o en conjunto) con los programas como el denominado “Soluciones”. No  debemos caer en la tentación de orientarlo de nuevo como agente constructor, pues en ese terreno el sector público está en obvia desventaja ante la hiper regulación a que está sujeto. El gobierno se encuentra atado de manos para lograr una capacidad competitiva. En este orden de ideas,  como en nuestro gobierno local, es un “ni–ni” porque ni lo necesita el mercado inmobiliario,  ni mejora con su pseudo participación las reglas no escritas del mercado financiero.
Para aquel que acaba de “arrejuntarse”, el que decidió casarse o el que  simplemente quiere emanciparse de la casa paterna, poco importa quién sea el que haya hecho la vivienda. Lo que pide es un precio justo y pagable sin hipotecar el sueño. Que si no está cerca,  esté bien comunicada; que esté bien hecha y con materiales de buena calidad sin que en los meses de lluvia tenga que pararse a poner cubetas. Sobre todo que su diseño le permita sentirse bien.
P.D. Invito a quienes tenemos infantiles recuerdos de la papelería del Sagrado Corazón, a tararear con nostalgia unas sufridas golondrinas. La Ciudad va…

La Ciudad no es la Sección Amarilla

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Entre pintas de candidatos fallidos que ya no borraron, conciertos gruperos y torterías que explicitan cada sabor que se vende, nuestras bardas  y fachadas saturan el espacio de la Zona Metropolitana con pintas desagradables, reiterativas y para colmo con faltas de ortografía. ¿Quién está cuidando la imagen urbana?  
Es muy comprensible el interés de los dueños de un establecimiento mercantil por atraer clientela. Resulta absolutamente legítimo tratar de diferenciarse de la competencia; sin embargo  deben entender que el espacio público,  arena de esta lucha comercial,  nos pertenece a todos. Dice el Reglamento de Anuncios del Municipio de Querétaro que solo se puede usar el 20% de la superficie de una barda y asimismo que  solo se podrá pintar en el área libre de otros objetos siempre y cuando  “no se afecte la imagen urbana” (Art. 28 y 32). Solo basta un breve recorrido por Av. De la Luz, la Carretera 57, Zaragoza ó 5 de Febrero para identificar que estas disposiciones,  en muchos casos no se están cumpliendo. Ni que decir del centro histórico donde la gente por miedo al INAH se anuncia a través de mamparas y cartulinas que quitan y ponen.   
Surgen dudas a quien esto escribe…  ¿dejaríamos  de entrar por una torta si no especificara la fachada que hay cubanas o de milanesa?  ó ¿el querido maistro dejaría de de ir a la tlapalería porque no está dibujado en la pared el tornillo del calibre y tamaño que busca?…   Estos cuestionamientos pueden llegar a ser abrumadores pues en contrario uno se pregunta ¿porque el Hospital San José no pone afuera que se hacen endoscopias de colon o la Nelson Vargas que se enseña a nadar de “crol”?. Me cuesta trabajo imaginar un taller que esté pintado de Bardahl o Quaker Estate, en tan discretos tonos verdes y amarillos, donde no se hagan afinaciones. Y más allá de sarcasmos,  me pregunto porque dibujar el catálogo en la pared de las ferreterías, tan atractivo que es el arte de las palas, las espátulas  y las carretillas.
Si el asunto es simple, nada más hay que bajarle dos rayitas y pintar con brocha delgada. Nuestro espacio urbano merece  pasar de  la desordenada Sección Amarilla que hoy aparenta  a un ambiente apropiadamente controlado y  vigilado.  Con una de las siete veces que está repetido en línea el anuncio del próximo concierto de Los Tucanes de Tijuana en las bardas de la Cimatario que dan a la carretera 57ª a la altura del Panteón, es suficiente. No lo cree?
Cuando reunimos anuncios adosados que con frecuencia son más grandes de lo debido, autosoportados más altos y luminosos de lo adecuado, abigarradas pintas en fachadas completas y ventanales que muestran a todo lo largo cada platillo de los restaurantes, solo nos puede quedar un panorama feo, confuso y en ocasiones hasta deprimente.
Las Vegas, Tokio y Nueva York, ciudades con calles famosas por la poderosa fotografía de neones y foquitos,  aun en esa vorágine de luces y mensajes, respetan un patrón de imagen urbana, donde la fuerza de los anuncios comerciales — si bien estridente — en un modo complejo resulta ordenada y atractiva.
Desde aquel chusco pasaje de la censura al espectacular donde Paulina Rubio montaba un brioso corcel hasta hoy, se han dado muchos cambios a la normatividad, pero curiosamente para “aflojarla” en detrimento de la imagen urbana. Es de sugerirse a los señores regidores  la revisión del Reglamento de Anuncios para hacer eficientes los procedimientos de inspección, endurecer multas y   facilitar el retiro de la publicidad que está en falta administrativa. Hay que motivar al Secretario de Desarrollo Sustentable a intensificar  la inspección preventiva en lugar de abonar como autoridad a la fealdad del panorama cuando  tiene que poner el ejemplar y vistoso letrero de C-L-A-U-S-U-R-A-D-O en letras mayúsculas negritas y grandototas.   
También a los publicistas habría que sugerirles que incluyan en el paquete que ofrecen a sus clientes otros medios de promoción; que nos ayuden no empobreciendo el panorama.   Más allá de leyes y limitaciones autoritarias lo que hace falta es desarrollar conciencia de que saturar la ciudad de anuncios no mejora sustancialmente la vida comercial y si en cambio lesiona la belleza de Querétaro.

Póngale y Póngale (impuesto de plusvalías)

Por Gabriel Ballesteros Martínez
Como jugando a la pirinola,  en Querétaro hay a quienes les ha tocado toma todo y a los que nos ha salido siempre todos ponen. En materia de infraestructura y equipamiento urbano, la ausencia de planeación pública y la curiosa inobservancia del Impuesto por Obras de Utilidad Pública que precisa nuestra ley urbana, han perfilado nuestro desarrollo urbano como un ejercicio inequitativo, caprichoso y especulativo. 
Si reglas no nos faltan, lo que nos ha faltado es entendimiento, participación genuina y una dosis de buena fe. Desde 1992 tenemos vigente un impuesto de plusvalías que de aplicarse serviría para recuperar algo del dinero que gastamos en obra pública, la cual con inquietante frecuencia en los últimos 12 años solo beneficia a tantos como que los dedos de las manos nos sobrarían para contarlos.
Este impuesto, que se cuantificaría sobre el principio del mutuo acuerdo –raro en un impuesto– establece que los beneficiarios, es decir aquellos que se encuentren en la zona de influencia de una inversión pública, deberán pagar proporcionalmente. Llámese una plaza, una Ciudad de las Artes,  una Anillo Fray Junipero, un drenaje o un tubo como el acuaférico o el Acueducto II, técnicamente debemos pagar parte de lo que esta obra cueste o una proporción de lo que nos beneficia, pues nuestra propiedad –privada– forzosamente se revaluará y obtendremos, gracias al dinero de todos,  un beneficio particular.
La teoría es preciosa pero en la realidad pasa otra cosa. Este impuesto no se cobra; ni siquiera está considerado en la Ley de Ingresos del Estado de Querétaro para 2010. Ante esta curiosidad fiscal, quien escribe se puso a buscar (espero no haber omitido algún documento pues confieso no es mi área de especialidad) en los diferentes convenios de coordinación fiscal que nuestra entidad ha firmado con la SHCP y no pude encontrar uno que diga que se suspende su cobro por implicar una doble tributación al chocar este impuesto local con uno federal del que ya recibamos participaciones, como pasa con otros.
No, no lo encontré… Lo que si apareció fueron los planes parciales de desarrollo urbano de las administraciones municipales de Colón y Jalpan (2006-2009), razón por la que intuyo su vigencia,  donde mencionan que …Con la finalidad de promover la participación activa de la población en el mejoramiento de su calidad de vida, deberán promoverse programas y acciones tendientes a la realización de obras de mejoramiento en la infraestructura y los servicios públicos, procurando la gestión de fuentes de financiamiento alternativas, entre ellas, la contribución por mejoras que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 115 fracción IV y el Código Urbano en su Título Quinto Capítulo III relativo al Impuesto por obras de utilidad pública urbana”. 
Sé que habrá quien se pregunte ¿¡cómo qué más impuestos!? pero querido lector, no se alarme, de todas formas paga Usted  de algún modo, ya sea aquí o en el ámbito federal,  pues de algún lado han salido los 17 mil 500 millones de pesos del presupuesto del Estado de Querétaro para este año, de los cuales para obra pública se destina cerca del 6%.
Tanto la especulación de suelos como la charrería parecieran ser  nuestros orgullosos deportes nacionales. La Zona Metropolitana de la Ciudad Querétaro,  como casi todas las ciudades medias en crecimiento del país, resultan escenarios mundialistas donde podemos identificar a los mejores exponentes de estas disciplinas. Que se hagan negocios, que bueno; no tenemos nada contra ellos, pero tampoco porque aplaudirles. Entiendo bien que crean empleo y mueven la economía; sin embargo, impuestos como el inobservado que motiva esta entrega, tienen el objetivo de que el erario público se recupere para que no se eleve el predial; para no tener que andar pidiendo créditos a BANOBRAS o inventando impuestos sobre nóminas que solo regraban al que de por sí ya le pone para poder hacer la Ciudad.  
Si mediante un impuesto razonable y construido de común acuerdo como señala nuestro Código Urbano actual,  metemos al presupuesto el concepto de la plusvalía,  todos ganamos, pues ese beneficio –convertido en dinero–  en lugar de irse por el lado obscuro de la fuerza, sería etiquetado de manera negociada en el Congreso y se aplicaría donde la planeación del desarrollo lo considere conveniente.
Si la idea es que la planeación sea participativa, ¿qué miedo podríamos tener de equivocarnos? Ahora que vamos a tocar el Código Urbano porqué no jugamos al póngale y póngale en lugar de todos ponen y yo gano. Como ve?.  

Vargas Llosa no tiene nada que ver

Por Gabriel Ballesteros Martínez
Respecto del anteproyecto del Nuevo  Código Urbano y su próxima presentación al Ejecutivo del Estado,  después de una breve — brevísima  y casi secreta – “consulta pública”, Mario Vargas Llosa no tiene nada que ver, eso es seguro. Sin embargo ante el regocijo de las letras latinoamericanas por el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a este peruano de excepción,  este columnista ruega a ustedes aceptar una pausa de los asuntos urbanos para compartir la portentosa experiencia de leer al autor de la Fiesta del Chivo y El Paraíso en la Otra Esquina.  
El maestro de los vasos comunicantes, técnica  que expone la truculenta estrategia del narrador y político para entrelazar historias a destiempo en sus novelas, siempre nos regala una abundante lista de personajes reales,   frecuentemente más bien surrealistas. Leerlo con un cuaderno de notas no es una mala idea para quien quiere aventurarse en el laberíntico collage de hombres y mujeres esculpidos en  presente,  pasado y futuro. Como cuando la niña Cabral, aquella mozuela ofrecida al prohombre,  vuelve a la República Dominicana y narra cómo el roce con Leonidas Trujillo fastidió su vida, la tiene marcada y la seguirá ensombreciendo porque está segura de no poder perdonar a su padre. En algunos párrafos los tres tiempos intensamente mezclados llegan a marear al lector que no sabe si Ramses vive, ha muerto o sigue siendo el mocoso primogénito del Dictador.
Mientras que las letras hispanas han sido reconocidas nuevamente,  la realidad política que con frecuencia reflejan, sigue siendo una fuente interminable de musas que inspiran la crítica de elocuentes escribanos del Perú, España  y México. Lamentable pero cierto,  la política y la manera como nos prodigamos el poder en las tierras del  centro y Sudamérica no es más que un revolvente círculo,  donde quien se encumbra entre ideales y acusaciones, se va de la silla por la puerta de atrás y con los bolsillos llenos, si es que no le dan un golpe de estado.
Vargas Llosa no tiene nada que ver, eso es seguro. Que va a saber el nuevo nobel de los negocios inmobiliarios que están ensanchando las metrópolis mexicanas y de los cuales surge el dinero para patrocinar la vida electoral nacional; sin embrago,  en su obra se advierte siempre una preocupación por desterrar lo corrupto de nuestro DNA y someter el abuso del poder a la transparencia; su grito permanente para impedir que se siga socavando el enorme potencial americano.
Quien se expresara alguna vez sobre nuestro sistema político como la dictadura perfecta o la “dictablanda”, hoy es reconocido por la persistencia de una obra que entre prostitutas y trogloditas, expone a lo largo de casi 50 años un gran amor por lo que somos;  por la profunda vocación latinoamericana para el desorden y la autolimitación. Su premio es hoy una llamada de atención pública a reflexionar sobre la seguridad que tendríamos de vivir plenamente en la  institucionalidad y la razón de las normas. Deducir el cómo  nos toca a nosotros, Vargas Llosa insisto, no tiene nada que ver.
P.D. Se me hace que las banquetas del cruce principal bajo Bernardo Quintana en el nuevo Distribuidor Bicentenario  se las ahorraron igual que la vuelta a la izquierda para ir del Qiu hacia el Corregidora (¿?).

Y las banquetas apá ?…

Por Gabriel Ballesteros Martínez

Que no me tilden de aguafiestas los señores responsables de la obra pública; bienvenidos los mega pasos a desnivel, las vueltas a la izquierda y los túneles. Dios nos libre de las curvas malditas y los embudos del Acueducto… pero….. ¿¡ y las banquetas apá  ?!…

Ser la comunidad más obesa del planeta es un galardón poco presumible. El 25 de enero, el Presidente Calderón  hizo oficial que México ocupa el primer lugar en obesidad infantil y adulta así como el primer lugar en diabetes infantil. No se contestar si  no hacemos ejercicio porque no tenemos donde –o porqué de plano aunque tengamos–  somos un pueblo malnutrido glotón y perezoso. ¿Quién sabe?… lo que sí puedo afirmar es que nuestro diario peregrinar por esta ciudad debe hacerse en coche,  pues solo estamos haciendo infraestructura para la escala vehicular de la Ciudad. El ejercicio que podríamos hacer,  aunque fueran unos breves pasos a diario, casi está vedado en virtud del riesgo que significa andar por muchas zonas de la metrópoli.
Intente Usted pasar caminando por el puente de Virreyes desde Plaza Galerías a los cines que están enfrente donde la Santa María. Luego, aventúrese a pie a comer una hamburguesa al Mc. Donald´s que está del otro lado de la calle. Este recorrido es el que hacen muchos adolescentes un sábado por la tarde con sus amigos y créame, es muy peligroso.  
Lo reto a que se aviente el paso de la muerte entre la zona comercial de Bernardo Quintana y el Querétaro 2000 por un tunelillo que no resuelve o por otro que lo hicieron dren.  Anímese,  que con el susto igual y quema Usted más calorías ya que en esta zona el cruce es solo para automotores. Los puentes peatonales que cruzan sobre esta vialidad están muy viejos y en juicio. Pase lo que pase,  deberán ser renovados pronto pues ya están marchitos.
La verdad es que las banquetas se nos han olvidado. Estos son solo algunos ejemplos; se sacrifican cuando se diseña y con ello se desconecta la Ciudad y la oportunidad de movernos a pie… ya ni hablar de la bicicleta. 
Celebro en verdad la velocidad  y calidad con que se está llevando a cabo el Distribuidor Vial Bicentenario; es sorprendente como no se ha truncado el tráfico con semejante obra,  según lo podemos confirmar los cientos de supervisores involuntarios que vivimos por ahí. Lo que si no puede verse todavía son las banquetas, las que supongo de gran amplitud. Es indispensable un buen cruce peatonal por debajo de Bernardo Quintana entre la Ciudad y la zona de Milenio y Loma Dorada, solo así se podrán amparar las miles de personas que transitan rumbo del jornal en alguna construcción de Milenio o bien a estudiar en la Universidad Cuauhtemoc  o simplemente para cruzar hacia el agradable Parque de Carretas.
Hablando de enormes puentes, hoy tuve en mis manos un render de lo que será el Distribuidor Querétaro Capital. Se ve estupendo y seguramente resolverá el nudo que se hace en este centro neurálgico de la Ciudad. Sin embargo, no me queda claro cómo se va a preparar esta muy necesaria solución vial para interactuar con los peatones.  Un hotel, dos plazas comerciales, un gran parque recreativo y una vasta zona habitacional a su alrededor, lo ameritan. Al revisar el gráfico, se pueden ver las cebras –no cabe duda que ahí están– pero salen de una banqueta para conectar con unos espacios ajardinados bajo las traves de la gran avenida, por donde supongo el peatón seguirá su rumbo. Las banquetas más bien parecen guarniciones.  En lugar de esos espacios ajardinados de relleno y que acabarán de tierra, sería mejor conjugar sendas amplias para que al cruzar el transeúnte lo haga tranquilo, sin sentir que el camión urbano le resopla por los codos. ¿Se acuerdan de un programa de televisión “aprendiendo a pintar con “Bob Ross”?… Si?… porqué no trazar “una banqueta feliz!!” 
Son muchos los que hacen la ciudad: los que la presupuestan, los que la piensan, los que la trazan, los que la dibujan, los que la ordenan, los que la concursan.  Yo pregunto ¿Qué ustedes no caminan?… Lo cierto es que se les olvidan las banquetas pero a nosotros, los que las pagamos no. Quizá por eso somos la comunidad más choncha del planeta azul… ya lo dijo Calderón.
P.D. Ya concluyeron los foros para el análisis del Código Urbano… ¿es la hora de legislar?

Afinando la guitarra

Por Gabriel Ballesteros Martínez
Vida nocturna y política de alcoholes
¿Qué edad tienen sus hijos? para quienes estamos viviendo la adolescencia de los nuestros, la Ciudad de noche puede convertirse en fuente de todo tipo de preocupaciones. Cuando éramos chavos, en los gloriosos ochentas, la noche queretana no ofrecía muchas opciones, dos o tres lugares que cerraban a la una o máximo dos de la mañana y nada más. Hoy, la baraja nocturna es amplia: bares, cantinas, lugares de “pre-copa”, discotecas, “chelerías”, peñas, antros y “afters” que suman más de 50 alternativas para “el reventón” hasta entrada la madrugada.   La entrega de esta semana toca un tema que comparten las ciudades grandes: el esparcimiento, la gobernabilidad de la noche y la política de alcoholes. Un tema que debe afinarse constantemente pues como las cuerdas de una guitarra, tiende a aflojarse.
Aunque la ley sobre alcoholes (Art. 16) prohíbe tanto el ingreso como el consumo de bebidas hasta cumplidos los 18 años, en nuestra Ciudad es muy pero muy fácil entrar y “chupar” aunque no tengas credencial para votar. No se trata de liberar culpas ni soltar acusaciones, el análisis de este fenómeno debe hacerse con mucha objetividad pues tiene dos caras: la pública,  entre prestadores de servicio y autoridades donde la corrupción, la falta de escrúpulo y la deficiente inspección proponen un campo abierto a nuestros chavos; y otra –una cara eminentemente privada– que se da entre nosotros y nuestros hijos; relación donde se inspira, se tolera y sin querer queriendo, también se fomenta –aunque nos incomode reconocerlo– la idea de que no te puedes divertir sin ingerir.
Reitero, el problema tiene dos caras. La gobernabilidad de la noche en materia de alcoholes es un asunto complejo que implica para las autoridades el balance de varios factores que tienen que ver con orden, certeza, seguridad y confianza.  Para nosotros en casa es un tema que tiene que ver con la imitación de patrones, el manejo del ocio y el concepto de sano esparcimiento. Si no queremos que nuestros hijos se inicien de manera prematura en la vida nocturna de la Ciudad,  pues entonces no les demos las herramientas para ello: dinero, vehículo y permiso. Si las cuerdas de la guitarra se aflojan hay que afinar cada quien la que nos toca.
Ya en la calle, impedir y en su caso sancionar eficazmente la presencia de  menores donde está prohibido es un tema que depende, de manera directa, de los inspectores nocturnos. Son ellos el punto donde se tocan la ley, la realidad y el riesgo. Es imperioso establecer controles y modalidades para que estos  personajes nos regalen certidumbre y no sucumban ante la oportunidad de construir una segunda quincena.
También sucede que después de la travesura en la puerta, donde los “Ifes” apócrifos y la mordida ofenden sin miramiento al dios Cronos, el chanchullo prosigue en la barra: menjurjes de dudosa procedencia a costo de originales.  Lo grave es que probar que una bebida es “chafa”, de conformidad con nuestra legislación sanitaria, es prácticamente imposible. Aquí hay un nicho de oportunidad para nuestros legisladores.
La forma de vender el alcohol es otro tema relevante. Desde hace algunos años he sido un crítico de los métodos que se utilizan para atraer clientela; lo comenté en su momento con varios responsables del sector y hoy lo reitero: hay que inhibir las promociones que incitan descaradamente a beber en exceso. El “ladies free night”, las “barra libre” o la sin vergüenza botella gratis a grupos de mujeres, son promociones sin creatividad, atentatorias de la buena fe comercial. La buena música en vivo y la combinación con alimentos sabrosos son otras alternativas para lograr clientela, el chiste es no querer hacerse rico en seis meses.  
Otro aspecto delicado sobre la noche lo constituye la protección civil. Las tragedias de “Lobombo” o “News Divine” en el D.F., el “Cromañon” en Buenos Aires y “Alcalá 20” en Madrid  no son imposibles de repetirse en Querétaro. Tanto al interior como al exterior de los establecimientos la seguridad debe ser una. Las revisiones constantes para garantizar, entre otras muchas cosas, que las salidas de emergencia funcionen y los extintores estén vigentes no puede ser un asunto corruptible. El sobrecupo no puede ser tolerado y la capacitación de meseros y cadeneros en este orden de ideas, más que una obligación es un asunto de ética ántrica, si se me permite el neologismo.
No todo es criticar. Son de reconocerse los logros del programa implementado por el Municipio de Querétaro y el gobierno estatal que se denomina “Antro Consentido” así como el extinto programa de conductor designado “Yo Manejo Hoy me Toca”, pues ciertamente han mejorado las condiciones en que se desarrolla la noche queretana e incluso han descendido los indicadores de accidentes derivados del consumo de alcohol;  sin embargo,  este modelo de supervisión  y vigilancia no ha logrado romper con la inercia, ya que está solo concebido para atender los efectos visibles. En cuanto la cuerda se afloja florece el clandestinaje y las fiestas privadas de convocatoria pública donde todo se vale y la autoridad no puede entrar a verificar, las famosas fiestas “rafe” ó “rabe”.
La administración municipal agudizó el tono. El aumento al horario hasta las 5 am no pareciera estar acompañado de un compromiso por parte de los prestadores de servicios en el sentido de cerrar sus puertas a los menores. Todavía hay cuerdas que afinar y todos somos responsables. Quizá sea pertinente endurecer el esquema y subir las multas. Hacerle como lo han hecho en algunos aspectos nuestros vecinos del norte, donde ser castigado por un  DWI ó DUI (manejar mientras estás intoxicado o impedido por sus siglas en ingles)  es un tema tan delicado que constituye un acicate muy eficaz para pensarlo dos veces antes de seguir la fiesta sin control.
En las grandes zonas metropolitanas de nuestro país y en el extranjero se han concebido, tácita o expresamente, zonas de tolerancia donde se concentran los giros nocturnos y por tanto se ponen límites geográficos a la actividad de la noche citadina. No creo que nuestra área conurbada lo amerite; muchos gobiernos han confirmado que solo se crean guetos donde crecen actividades delictuosas. Si todos contenemos un poco la guitarra que nos toca, estoy seguro que el sonido de la noche en la urbe puede mantenerse en armonía lejos de la estridencia de sirenas, llanto y gritos de dolor por el hijo que no volvió.  Si bien la política de alcoholes la dicta el Estado, esta debe comenzar en casa, de lo contrario no hay pretexto pues a querer o no de noche todos los gatos son pardos.  

Usted sí sabe de urbanismo

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Entre el  20 y el 29 de septiembre está corriendo el plazo para que Usted y yo,  ciudadanos comunes, podamos proponer ideas para un Nuevo Código Urbano. Si no sabe de urbanismo, si no sabe de ecuaciones matemáticas o fórmulas, si no sabe de estructuras burocráticas o no conoce de planificación territorial y diseño,  de todas maneras acuda pues estoy seguro que Usted sabe más de urbanismo que muchos de los que van a estar ahi y su opinión es muy, muy valiosa para impulsar un verdadero cambio institucional.  
La gente no sabe si 34 metros construidos en un lote de 45 metros cuadrados de superficie total a  un costo de $245,000 pesos es lo correcto para una casa, lo que si sabe es que quiere invertir bien el único crédito disponible que tendrá para vivienda. Sabe que quiere sentirse feliz y cómoda; que no quiere perder la calma porque las paredes se agrietan o el techo trasmina o porque las puertas se descuadran.  Mientras los expertos pueden exponer estudiados argumentos e interpretar gráficas, la gente puede contar experiencias.
La gente no sabe que existe un inobservado Artículo del Código Urbano que dice que los nuevos desarrollos deben forzosamente hacerse contiguos a los existentes, lo que si sabe,  es que cuando tiene que elegir –si es que califica en el modelo crediticio para la vivienda– tiene que elegir entre la que está lejos, muy lejos y lejísimos. La gente sabe que quiere vivir cerca de su trabajo, gastar lo menos posible en transporte y tener un lugar donde sus hijos jueguen, se eduquen y crezcan seguros.
Acuda aunque Usted no sepa que hay miles de hectáreas sin ocupar y miles de casas construidas sin colocarse esperando una familia. Aunque no sepa ni entienda  porque la Ciudad nos cuesta tan cara. Ahí, esperemos,  alguien le guiará en su propuesta, explicándole porqué nuestro modelo permite inversión de dinero público en predios alejados de la mancha urbana;  ahí donde no se beneficia la población en general, donde solo unos cuantos cobran las plusvalías. 
Pregunte si vamos a tener o no un Instituto de Planeación Territorial para el Estado de Querétaro, que aunque no sepa lo que es ni como habrá de conformarse, Usted que se ha inundado entiende perfectamente que el cambio climático en efecto está sucediendo y sabe qué algo está mal, porque los alimentos le cuestan cada día más caros ya sea porque están escasos o vienen de más lejos. Usted sabe más de lo que cree porque lo vive.
No importa que usted no sepa de antropología o patrones arquitectónicos, Usted entiende que hay armonía, belleza y simetría,  porque cuando camina hay lugares que le hacen sentirse bien, a los que quiere volver y otros que le dan hasta miedo, que están como en obra gris.  En el foro de consulta seguramente Usted encontrará la explicación de porqué se ha detenido la consolidación institucional de los observatorios urbanos; de porqué se ha decidido no integrar formalmente a los expertos y a los organismos ciudadanos que cuidan nuestro patrimonio histórico monumental.
Aunque no sepa que cada camión es una unidad de negocio y que eso es lo que provoca el fenómeno de los choferes cafres, su conocimiento sobre el transporte público no puede quedarse fuera de la mesa de análisis. Quien si no Usted es el experto por cuanto ve a recorrer la ciudad en un brusco camión que le deja donde quiere; que apenas se detiene para que se baje con sus libros o la despensa. Ahí, seguramente,  alguien le explicará con más detalle que tenemos que arreglar el modelo general de movilidad urbana (¡!)…no se inquiete, así se habla ahora del tema. Hábleles de que la ruta no pasa por donde debe y que no hay paradas; cuénteles como todos se tienen que apretujar por donde pasan todas juntas a esperar bajo el rayo de sol.
Exponga la inseguridad que siente al pasar por las extensas zonas baldías de la ciudad rumbo de su casa o de su trabajo. Descríbales el tianguis que se tuvo que permitir en su colonia porque no hay un mercado o una tienda de esas grandes, porque no se previno un área comercial cerca de donde vive.
Si entre los asistentes al foro,  usted empieza a notar que hay pleito, ni se meta. Posiblemente Usted esté presenciando la reedición de un foro igualito que organizó la misma Secretaría y los diputados hace tres años –con las mismas mesas de trabajo y distribución de temas–. No se achique si ve que los ambientalistas increpan a los desarrolladores o los servidores públicos regañan a los señores contratistas. No se espante si ve un diputado detallando a los  amigos reporteros los pormenores de la jornada y asegurando que “ahora si tendremos un nuevo Código Urbano”. Es normal, así llevamos 17 años. Que no le espante el hecho de que –otra vez– decidieran juntar a todos y hacer la consulta con las mismas deficiencias de método, donde todos los “invitados” se atropellan naturalmente pues sus intereses son muy diferentes.  
Aunque no lo hayan invitado con tiempo no se preocupe,  Usted que si sabe de urbanismo,  seguramente salvará la tarde porque la mayoría de lo que se debe arreglar,  es de sentido común. Si siente que el proyecto de ley ya está hecho, aleje sus pensamientos paranoicos y haga como que no se lo están vacilando.  Deje Usted los temores de que hay un “segundo piso” de discusiones (al que si no lo van a juntar) y Usted exponga sus intenciones que esas si son las de un experto. Confíe…
El Foro de Consulta Pública se realizará en el patio de la Secretaría estatal de Desarrollo Urbano ubicada en Madero junto a Catedral los días 24, 27 y 29 de septiembre de 9 a 2 (según un comunicado de prensa de la H. Legislatura). Esperemos que al mismo tiempo se reciba el duelo por el viejo Código Urbano que aun en su larga agonía, resiste.  
P.D. Felicidades a La Mariposa de la familia De la Vega por 70 años de darnos un lugar donde compartir la queretaneidad.
Cualquier comunicación relativa con esta columna será bien recibida en el mail hacerciudad1@gmail.com. También lo invito a participar en hacerciudad1.blogspot.com, muchas gracias.

Hacerle un espacio al espacio público

Por Gabriel Ballesteros Martínez
Escatimar suelo para dedicarlo a plazas, parques, jardines y banquetas,  es regatear el bienestar social; es sentenciar la Ciudad a una condición de subdesarrollo. La fórmula establecida en nuestro Código Urbano para dotar este tipo de suelo debe corregirse pues no garantiza ni la abundancia ni la  calidad del espacio público. Este elemento básico de nuestro Derecho a la Ciudad en Querétaro resulta ser un privilegio cuando debería ser un atributo indispensable.
Las ciudades se distinguen y sus equipamientos las significan. Uno de los elementos esenciales del éxito de las capitales europeas,  es precisamente la generosidad del espacio público que ofrecen a sus habitantes. Malecones transformados en paseos; redes de banquetas, ciclo vías  y jardines lineales; plazas y plazoletas con arte y diseño de paisaje; bancas, bebederos,  estatuas, fuentes y  monumentos;  protecciones y señalética  formando un conjunto que se obsequia cotidianamente al ciudadano. Basta mencionar el Parque del Buen Retiro en Madrid o el parisino Jardín de las Tullerías; nuestro Bosque de Chapultepec o el Zócalo de la Ciudad de México para evocar belleza, orgullo, raigambre pero sobre todo: personalidad. 
El primer cuadro de la  Ciudad de Querétaro se enlista en el patrimonio mundial de la UNESCO porque sigue el patrón europeo:   la gente vive la Ciudad no solo la utiliza. En cambio en la ciudad moderna se nos olvidó ese principio y se permitió aprovechar todo el suelo posible para el negocio inmobiliario con proyectos “exclusivos” dejando solo espacios residuales para cumplir con el porcentaje de donación que señala  la ley.
El espacio público en los últimos años ha sido más un escenario de conflicto que un elemento constante en el desarrollo de Querétaro. En la última década  del siglo XX la Ciudad de Querétaro sufrió los estragos del ambulantaje; este fenómeno social y comercial  presionó las relaciones de tal manera que la agenda del gobierno llegó a colapsarse. Para acomodar a los ambulantes la administración municipal de Jesus Rodríguez (1994-1997) planeó y construyó un fallido mercado  en la Av. Pasteur (sobre lo que era el Lienzo Charro); las organizaciones sociales comandadas por Pablo González Loyola y los hermanos Palomo lo rechazaron. Dos años después,  el primer municipio panista de la Capital pacto –como en oriente medio– territorios por paz. Nuestra Alameda fue concesionada junto con el Camellón de Zaragoza  y el Andador Libertad al comercio popular. Si bien el asunto se atempero,  la realidad es que desde entonces el estupendo conjunto de andadores y jardines luce diferente. El mercadillo de Zaragoza frente al IMSS agoniza y los carros que se  diseñaron –alguna vez autosuficientes– otra vez quedaron semifijos, colgados con “diablitos” a la energía eléctrica de la Ciudad.   
Otro ejemplo de este tratamiento al espacio público fue la reubicación de los mariachis y grupos norteños que tocaban y se contrataban en el Jardín de Los Platitos. Después de mucha presión vecinal  para salvar el pintoresco jardín, en 2004  se tomo la decisión de mudar “canta recios”  y “trompas de hule” a un nuevo punto de reunión. Así nació la Plaza “Santa Cecilia”, también conocida popularmente como “el o.v.n.i.” en la esquina de Av. Universidad y 5 de febrero. La plaza, nombrada en honor de la  patrona de los músicos, aunque funciona,  debemos reconocer nos quedó feíta.  El émulo modernista de sombrero charro es casi tan desafortunado como el estacionamiento en batería de las camionetas –estas si literalmente “mariacheras”– que hacen el panorama de la esquina donde alguna vez en todo lo alto figuró el prócer Allende, al que con sus gritos de  muerte y libertad removimos por el rumbo de Peñuelas.  
Otro discurso viviente que habla de la  poca importancia que le hemos dado al espacio público es el desaprovechado, céntrico y vasto terreno alrededor del vaso regulador “Benito Juárez” en el Parque Querétaro 2000.  Descuidado, sucio y hasta peligroso,  el lugar podría convertirse en un hermoso paraje para correr y andar en bicicleta alrededor de la represa. De hecho,  aunque el espacio pareciera estar vedado, todos  los días la gente se mete por una malla rota o a brincos por el dren pluvial para hacer ejercicio, tener un “día de campo”  o simplemente cortar camino hacia Bernardo Quintana.
Un ejemplo más de que el espacio público se logra a través del conflicto es un parque ubicado en Carrillo Puerto,  al que cariñosamente los vecinos bautizaron el día de su inauguración como Parque  “el PAN-tano”. Este macro lote baldío fue rescatado después de las lluvias de 2003  como condición impuesta por los vecinos a Armando Rivera para permitir la construcción del Dren Norte. En tres meses  ese “Everglade” citadino se volvió un orgullo de la gente. Hoy, los casi 20 mil metros cuadrados están equipados con canchas y juegos infantiles  amortiguando estratégicamente la densidad habitacional con el uso industrial de la zona.
Otras acciones reconocibles son los parques lineales que prometió y cumplió Manuel González Valle.  Entre 2007 y 2008 su administración  habilitó el espacio entre los carriles de la Carretera a Huimilpan y mejoró sustancialmente el camellón de Paseo de la Constitución (o de Las Torres) detrás del Querétaro 2000. Pero más allá de estas acciones aisladas, se encuentra la necesidad de reconocer que no estamos guiando a los desarrolladores e inversionistas sobre la línea de hacer una ciudad agradable para todos. La banqueta, el parque y  la plaza son lugares de socialización, de enriquecimiento cultural, incluso de romance y entendimiento.  Una ciudad que se regatea a sí misma los lugares para convivir está confabulando su negación; mientras que no sea convicción de quienes hacen la Ciudad,  la fórmula de  donar el 10% del 10% de suelo para equipamiento y áreas verdes en un proyecto urbano (Art. 109 del Código Urbano actual)  seguirá sin garantizar el acceso a un espacio público de calidad. Tenemos ahora la oportunidad de enmendar, hagámosle un espacio en el debate al espacio público.