Se predice que 10 ciudades obtendrán el estatus de megaciudades para 2030

Tokio estará en su lista de las ciudades más grandes del mundo. Al igual que Delhi, Shanghái, Ciudad de México, Nueva York, El Cairo. Posiblemente Lagos, Yakarta y Chongqing, si se enorgullece de mantener sus conocimientos generales de geografía actualizados.

Pero, ¿Chengdu? ¿Hyderabad? ¿Luanda? Estas se encuentran entre las 10 ciudades que la ONU predice que romperán la marca de 10 millones de habitantes para 2030, lo que elevará la cantidad total de megaciudades a 43.

El aumento de la cantidad de megaciudades es la evidencia más clara de la tendencia mundial acelerada hacia la urbanización. En 1950, las ciudades eran el hogar de 751 millones de personas, menos de un tercio de la población mundial. Solo dos (Nueva York y Tokio) tenían más de 10 millones de habitantes. Hoy en día, el 55 % de nosotros vive en áreas urbanas, es decir, 4,2 mil millones de personas habitan en las ciudades. En la próxima generación, se prevé que esa proporción crezca hasta el 68 %, lo que potencialmente agregaría otros 2,5 mil millones de personas a las ya abarrotadas ciudades.

El noventa por ciento de ese traslado hacia las áreas urbanas tendrá lugar en Asia y África. En parte, esto se debe a los altos niveles de urbanización en otros lugares del mundo: cuatro de cada cinco personas en toda América y tres cuartos de los europeos ya viven en ciudades. En contraste, las ciudades son el hogar de solo la mitad de la población de Asia, y África aún es predominantemente rural.

Pero eso está cambiando rápidamente. Actualmente, 22 de las 33 ciudades del mundo con una población de más de 10 millones se encuentran en Asia y África, al igual que todas las que se sumarán para 2030, a excepción de una.

India verá el mayor crecimiento, con 416 millones de nuevos habitantes urbanos para 2050. Delhi superará a Tokio como la ciudad más poblada del mundo en 2028, con un crecimiento de 39 millones de personas para 2030. Para entonces, Hyderabad y Ahmedabad se unirán a las actuales megaciudades de Mumbai, Calcuta, Bangalore y Chennai.

En China habrá dos megaciudades más, con Chengdu y Nanjing que se sumarán a las seis que ya superan los 10 millones (Shanghai, Beijing, Chongqing, Tianjin, Guangzhou y Shenzhen).

Pero el crecimiento de Asia no está de ninguna manera restringido a la India y China. Se prevé que la capital de Bangladesh, Dhaka, será la cuarta ciudad más grande del mundo en 2030, con la asombrosa cifra de 28 millones de habitantes. Karachi y Lahore en Pakistán subirán su clasificación, mientras que Manila y Yakarta verán un gran crecimiento de su población. Las nuevas megaciudades incluirán Seúl y Ho Chi Minh, y Teherán también superará lss 10 millones de personas.

La excepción notable al auge de la población de Asia está en el envejecimiento de Japón. Hace veinte años, Osaka solo era superada por Tokio. Pero la población de su región metropolitana alcanzó un máximo de 19 millones, y en la actualidad se está reduciendo. Para 2030 ya no estará entre una de las 10 ciudades más grandes del mundo.

Con una población mayormente rural, África tiene el mayor margen para el cambio. El Cairo seguirá siendo la ciudad más grande del continente. Pero Kinshasa, en la República Democrática del Congo, no se quedará atrás, superando a Lagos en la próxima década, y en camino a sumarse a las 10 más grandes en el mundo. Luanda, la capital de Angola, duplicará su tamaño a casi 15 millones de personas. Dar-es-Salaam en Tanzania, otra futura megaciudad, está creciendo a razón de medio millón de personas por año.

En contra de lo que podría esperarse, no se prevén nuevas megaciudades en América. Sao Paulo y Ciudad de México son actualmente las 4ª y 5ª urbes más grandes del mundo. Pero para 2030 habrán caído al noveno y octavo lugar respectivamente, ambas serán prósperas metrópolis en crecimiento, pero incapaces de igualar la extraordinaria expansión prevista en Asia y África. En 1950, Estados Unidos podía presumir de tener seis de las 20 ciudades más grandes del mundo. Para 2030 tendrá una sola: Nueva York.

Europa ha visto la mayor cantidad de ciudades que realmente pierden población(particularmente en Polonia, Rumania, Rusia y Ucrania). Pero también tiene el único lugar fuera de Asia y África que se prevé que alcance el estatus de megaciudad para 2030. No París, Moscú o Estambul, estas ya están en la lista. Después de un período de declive en la segunda mitad del siglo XX, y casi 200 años desde que era la ciudad más poblada del planeta, Londres está nuevamente en rápido crecimiento.

Los desafíos a los que se enfrentan las megaciudades del mundo son enormes, ya que millones de personas se trasladan a áreas que ya tienen una ardua lucha para darle apoyo a sus poblaciones actuales. La vivienda, la contaminación, el transporte, la infraestructura, la desigualdad y la cohesión social requieren soluciones creativas.

 

Fuente: WORLD ECONOMIC FORUM

Las ciudades latinoamericanas con peor tránsito

Según un nuevo estudio de INRIX, una empresa de análisis del sector del transporte, Bogotá fue la ciudad en 2018 con los peores embotellamientos tanto de América Latina como a nivel mundial. Los problemas de congestión vial en la capital de Colombia son tan serios que, tal y como muestra esta infografía elaborada por Statista, los conductores bogotanos desperdiciaron en promedio 11 días o 272 horas al año en el tráfico de la ciudad.

En segundo lugar en la región de América Latina encontramos a Ciudad de México, en donde los capitalinos pasaron hasta 218 horas en embotellamientos. A esta le sigue en tiempo la urbe brasileña de Belo Horizonte, con 202 horas.

Fuente: WORLD ECONOMIC FORUM

Las ciudades buscan volverse más “Smart”

Las fronteras tradicionales están desapareciendo, si uno observa una imagen del planeta tierra de noche, resulta muy difícil distinguir a simple vista un país del otro; sin embargo, las mega ciudades de Asia, Europa y Norteamérica son fáciles de identificar.

Actualmente, más de la mitad de la población mundial (55%) vive en áreas urbanas, y se estima que para el año 2050, este porcentaje llegue al 70%. América Latina y el Caribe, pasaron de un 42% en 1950 a un 80% en 2010; mientras que México paso del 43% al 78% en el mismo periodo, según datos del Inegi.

El incremento en la población, y la tendencia hacia la concentración urbana, supone grandes retos de planificación, gestión y gobernabilidad para las ciudades. La capacidad de las mismas para atender las necesidades de su población en infraestructura, saneamiento, transporte, energía, vivienda, seguridad, empleo, salud y educación se verá cada vez más estresada.

Para hacer frente a dichos retos, las ciudades buscan volverse más “Smart” (Inteligente), modificando sus estructuras de gobierno, así como sus procesos de comunicación y participación, implementando tecnología que permita conectar ciudadanos, empresas y gobierno. La información generada y recopilada puede ayudar a los gobiernos a mejorar la toma de decisiones y aumentar su eficiencia.

Las ciudades que han aprovechado estas tecnologías y realizan su planeación con un enfoque inteligente, han logrado mejoras en el estilo de vida de los ciudadanos y ahorros económicos ligados a eficiencias operativas.

Ahorros operativos en gastos de energía, disminución de pérdidas en agua, reducción en tiempos de desplazamiento de transporte, son algunos de los beneficios económicos derivados de iniciativas Smart. Otros beneficios pueden traducirse en la reducción del crimen, menores emisiones de carbono, mejoras en la salud de la población y eficiencias operativas en el gobierno al reducir tiempos de atención y la cantidad de trámites.

A continuación, se presentan algunos ejemplos de los beneficios de iniciativas de ciudades bajo una óptica Smart:

Dimensión Lugar Solución tecnológica Resultado
Movilidad Santander, España Uso de sensores para rastrear vehículos de transporte público con el fin de evitar desvíos y controlar sus gastos.

 

20% de ahorro en gatos operativos
Economía Texas, Estados Unidos Sincronización de semáforos generando menor consumo de combustible y menor gasto en reparaciones de vialidades.

 

$2 mil millones USD de ahorro en gastos de energía
Seguridad Dubái, Emiratos Árabes Unidos Plataforma digital para comunicar cambios en los límites de velocidades en rutas peligrosas para evitar accidentes. Pasaron de 20%-22% de accidentes de tránsito por 100,00 ciudadanos a 4%
Medio Ambiente Barcelona, España Desarrollo de sensores que permiten administrar mejor el uso del agua (e.g. tecnología capaz de cerrar llaves por medio de dispositivos móviles).

 

$58 millones USD de ahorro anual en agua

Las ciudades enfrentan diversas barreras para implementar proyectos tecnológicos que les permitan alcanzar estos beneficios.

En primer lugar, es necesario contar con una infraestructura física y digital sólida que permita implementar las soluciones tecnológicas que soporten el intercambio de datos requerido. Por ejemplo, las ciudades deben contar con infraestructura de conectividad alámbrica, inalámbrica, con bases de datos y sistemas de seguridad para la información, entre otros.

Adicionalmente, las ciudades deben contar con capacidades para asegurar el desarrollo exitoso de los proyectos:

Visión y estrategia

Considerar la incorporación de la tecnología como un pilar en la planeación estratégica de las ciudades.

Gobernabilidad

Impulsar que todas las dependencias y entidades de la ciudad trabajen de manera coordinada.

Capacidades institucionales

Contar con el personal capacitado y las herramientas tecnológicas necesarias.

Ecosistema

Desarrollar e involucrar a actores de la sociedad, industria y academia.

Marco normativo

Contar con una legislación que fomente la innovación y la adopción tecnológica.

Financiamiento

Desarrollar y promover instrumentos de financiamiento enfocados en proyectos tecnológicos.

En México se han impulsado algunas iniciativas Smart, sin embargo, al no existir una visión de largo plazo, estos proyectos se han enfocado en una problemática muy puntual sin una visión global de ciudad que integre al ciudadano en el centro de los proyectos.

Para impulsar el desarrollo de ciudades inteligentes en México, se debe comenzar por definir una visión de largo plazo, definiendo las áreas prioritarias (salud, transporte, turismo, etc.) e identificar una cartera de proyectos clara y concreta. Existen diversos mecanismos de financiamiento para impulsar este tipo de proyectos, muchos que pueden ser incluso autofinanciables cuando se estructuran tomando como parte del flujo los ahorros y eficiencias que generan.

Siempre he comparado a los países y las ciudades con empresas; y como toda empresa, se debe mantener competitiva ante las tendencias y las adaptarse a las necesidades de sus clientes, que son los ciudadanos. Decía un periodista ganador del Pulitzer que “Una ciudad no se mide por su longitud y anchura, sino por la amplitud de su visión y la altura de sus sueños”. México es un país con grandes sueños, pero también con grandes retos, y es allí donde las ciudades Inteligentes pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

 

Fuente: El Economista

Urbanismo invisible

En París hay una playa. Aparece cuando el calor se hace insoportable, a principios de julio, y desaparece cuando el día empieza a acortarse. Hace 16 años que los muelles entre el Louvre y el Puente de Sully ven cómo las orillas del Sena se llenan de arena, sombrillas, duchas y hamacas para construir una playa de temporada. En septiembre la recogen y deja espacio para su otro uso: los coches. Con todo, cada año regresa crecida. El pasado verano, la alcaldesa Anne Hidalgo inauguró en Le Bassin de la Villette tres piscinas ganadas temporalmente al Sena. El éxito de la iniciativa gratuita que congrega descanso, petanca, baloncesto, sol y bailes confirma un urbanismo de quita y pon: acciones temporales que transforman las ciudades.

En el Espolón de Logroño, durante la última semana de abril, hubo menos coches aparcados. O por lo menos lo pareció. Benedetto Bufalino cubrió varios con madera y construyó un chill out de libre acceso en el que uno podía tumbarse al sol, sentarse a charlar o, seguramente, hacer un botellón. Para construir su obra, este joven artista de Lyon recibió 2.000 euros y los tableros de madera contrachapada que produce la empresa local Garnica. Eso: la madera y los euros son los materiales con los que trabajaron los 13 diseñadores y arquitectos invitados a intervenir en Logroño en el Festival de Arquitectura efímera Concéntrico que la ciudad acoge anualmente. Para esta quinta edición, los portugueses FAHR 021.3 convirtieron una hoja de contrachapado en un escenario, Juan Llamazares construyó una atalaya para contemplar un viñedo de las Bodegas Lan, Pablo Losa y Gadea Burgaz rodearon un castaño para sentarse bajo su sombra y el arquitecto polaco Jakub Szczesny (SZCZ) apiló tres torres que son, en realidad, tres pilas de taburetes. Quien visitó la Casa Farias —la sede de Cáritas— pudo llevarse uno. Así se recicla un pabellón. Y así se descompone una arquitectura temporal. Montada con más ideas que clavos y con la opción de reutilizarse, la arquitectura se convierte en mensaje.

La combinación entre ocio, reivindicación y experimento urbano está presente en estas intervenciones que tienen tanto de rediseño de la ciudad como de reparación social. Por eso, con frecuencia cuesta entender el límite entre las disciplinas: ¿dónde empieza la acción artística y termina la arquitectura? ¿Que arquitectos firmen una iniciativa social la convierte en arquitectura? Son muchas las cuestiones que plantean las acciones que transforman temporalmente las urbes con intervenciones que ensayan otros usos sociales para hacerlas más inclusivas.

En Praga, el colectivo Paisaje Transversal sembró las calles de asientos y rayuelas para, como indican en su libro Escuchar y transformar la ciudad(Catarata / Arquia), ensayar nuevos espacios para el ocio. Ensayo es una palabra clave en el urbanismo del siglo XXI, en el que la transversalidad y la temporalidad quieren, más que contrarrestar, sumarse a la rigidez, el orden cartesiano y la permanencia. El mensaje es que la planificación pasa también por escuchar a los ciudadanos y debatir.

Parece nuevo, pero es antiguo: montar y desmontar partes de una ciudad es tan viejo como las propias urbes, que, mayoritariamente, crecieron en torno a un mercado. Con todo, hoy ese uso temporal de los espacios sirve para poner a prueba soluciones y mejorar apuestas a largo plazo. El urbanista danés Jan ­Gehl organizó una gran sentada en la calzada de Broadway antes de conseguir —años después— que la diagonal de Manhattan se convirtiera en un espacio para el ocio y el descanso ciudadano.

Hace dos veranos Imagina Madrid puso en marcha una convocatoria para afrontar conflictos de convivencia en algunos barrios a partir del diálogo con sus vecinos. Se fomentaba que se conocieran, que utilizaran y cuidaran los espacios públicos. De las 175 propuestas que aspiraron a los 30.000 euros anuales de presupuesto, 22 fueron codiseñadas entre ciudadanos y colectivos de artistas o arquitectos. No siempre hubo acuerdo. En la plaza de Rutilio Gacís, los vecinos querían vigilancia y policía. La propuesta En sintonía organizó talleres de rap y pinchadiscos para los jóvenes. También hizo hablar a los adultos. Algo parecido pasó en Topete, una calle de Bravo Murillo donde un grupo de mujeres tejieron lonas con las que cubrieron la calle. “El peligroso y xenófobo Topete se convirtió en la calle de las mujeres”, explica Carmen, que nació en el barrio. La fiesta duró un día, pero el trabajo estaba hecho: los cuatro meses que tardaron en hacer las lonas sirvieron para que mujeres de diversas nacionalidades se conocieran, se perdieran el miedo y “deshicieran el estigma de barrio difícil que programas como el de Ana Rosa Quintana parecían empeñados en difundir”, protestan las integrantes del colectivo El Beso en su “sede”, la peluquería Viandy Look.

Escuchar, repensar, ensayar y reparar son atributos de un urbanismo necesario para el siglo XXI. Se trata de un movimiento temporal que prueba antes de modificar. Es cierto que con frecuencia parece más preocupado por la convivencia que por el diseño arquitectónico, pero sería un error que los arquitectos dejasen escapar la oportunidad de aplicar su conocimiento a un diseño urbano complementario necesario en el siglo XXI.

Javier Peña, que dirige Concéntrico, asegura que su festival busca que los ciudadanos redescubran su ciudad. Imagina Madrid habla de corresponsabilidad. Plantea si un desfile puede ser arquitectura y si es más responsable cuidar un estanque o vaciarlo cuando hay escasez de agua. De prueba y error, un urbanismo de tanteo recupera la esencia de las ciudades: el cambio y la transformación.

Fuente: EL PAÍS

Las ciudades inteligentes deben prestar más atención a las personas que viven en ellas

Alrededor del 68 % de la población mundial podría vivir en áreas urbanas para 2050. Es muy probable que las ciudades inteligentes formen parte de este futuro, prometiendo hacer nuestras vidas más cómodas, seguras y sostenibles.

En su mayoría, los participantes en los proyectos de ciudades inteligentes son políticos, consultores, académicos y empresas de tecnología. Sin embargo, a menudo falta el grupo más importante de participantes: los ciudadanos comunes y corrientes que tendrán que vivir en estas ciudades transformadas.

En consecuencia, las estrategias y los proyectos se centran demasiado en la tecnología y no lo suficiente en los habitantes de las ciudades. Este tema ha surgido previamente en el mundo académico y se ha respondido con marcos y estándares como el Boston Smart City Playbook (Compendio de ciudades inteligentes de Boston o los estándares para las ‘smart cities’ (ciudades inteligentes) de BSI.

Sin embargo, la investigación ha demostrado que todavía hay deficiencias y contradicciones con respecto a la verdadera centralidad de los habitantes. A la luz del hecho de que la centralidad de los habitantes y la participación ciudadana son factores decisivos para el éxito de cualquier transformación de una ciudad inteligente, se vuelve fundamental poner a los habitantes en primer lugar.

De lo contrario, las ciudades podrían hacer grandes inversiones en servicios que su gente no usará ni deseará. Si quienes toman las decisiones no cambian la trayectoria actual, veremos más protestas similares a las de Toronto este año.

¿Cómo podría suceder esto?

El mercado de las ciudades inteligentes está creciendo rápidamente a un volumen previsto de 158 mil millones de dólares para 2022 y muchos grupos interesados ​​esperan obtener ganancias de esto. Para las empresas de tecnología no solo es lucrativo desarrollar hardware y software, sino también ofrecer servicios adicionales. Entre otras cosas, la mayoría de las ciudades no son capaces de manejar la afluencia de datos recién adquiridos, e infieren ideas significativas o las monetizan, por lo que los gobiernos buscan ayuda del sector privado. Debido a la falta de personal de TI calificado, a menudo se contrata a terceros para que se ocupen de la ciberseguridad.

Debido a la popularidad de las ciudades inteligentes, los tomadores de decisiones políticas pueden usar los proyectos de ciudades inteligentes para imponer una marca y al mismo tiempo estimular las inversiones. Lamentablemente, existe una gran brecha de conocimiento de tecnología en la política, que limita el desarrollo de estrategias razonables. La falta de conocimiento se compensa buscando la ayuda de terceros que pueden tener sus propias intenciones ocultas.

Esta dependencia del sector privado refuerza la estrecha colaboración entre los gobiernos de las ciudades y las empresas, lo que lleva a una mayor exclusión de los ciudadanos comunes.

Falsos incentivos de las clasificaciones de las ciudades inteligentes

Al analizar las metodologías y los indicadores medidos en las clasificaciones de las ciudades inteligentes que han llamado la atención en los medios de comunicación, resulta obvio que el foco en los habitantes y el compromiso ciudadano solo desempeñan un papel secundario.

El Índice de Ciudades en Movimiento IESE (IESE, Cities in Motion Index (CIMI) 2018 presentó una clasificación de las ciudades bien diseñada y demostró que la colaboración (entre, por ejemplo, residentes y administración, asociaciones público-privadas y entre ciudades) es fundamental para el éxito, pero no tuvo en cuenta ningún parámetro de centralidad del habitante y compromiso ciudadano al determinar su clasificación.

El Índice de Ciudades en Movimiento de Easy Park de 2017 utilizó la participación electoral como representación del compromiso ciudadano, lo que no necesariamente se traduce en una ciudad inteligente más democrática y centrada en el habitante. Una clasificación del Eden Strategy Institute más reciente incluyó la centralidad de las personas como uno de los 10 parámetros que se ponderaron por igual, definiéndola como una estrategia en la que las personas ocupen el primer lugar, pero no explica cómo hacer una medición cuantitativa.

La consecuencia lógica de centrarse primero en las personas habría sido reflejar su importancia en la ponderación general de la puntuación total, lo que no sucedió. Algunas clasificaciones usaron la participación política como representación del compromiso ciudadano en los proyectos de ciudades inteligentes. No obstante, según el sistema político, muchos funcionarios municipales que participan en proyectos de ciudades inteligentes no se eligen por vía democrática, y son simplemente funcionarios públicos, lo que limita la importancia del parámetro utilizado. Y dado que esas clasificaciones se citan a menudo en los medios de comunicación y las ciudades los utilizan con fines de marketing, estas tienen un efecto de autoafirmación.

Las clasificaciones de ciudades inteligentes deben comenzar a investigar y utilizar indicadores como la existencia de una plataforma de colaboración conjunta, medios de participación fuera de línea (una oficina dedicada, encuestas puerta a puerta y telefónicas, por ejemplo), porcentaje de la población encuestada de la ciudad, representantes comunitarios en los comités directivos, incorporación de opiniones permanentes de los ciudadanos, cantidad de eventos públicos, educación digital gratuita, posibilidad de exclusión de la recopilación de datos, proporción de proyectos iniciados de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, transparencia en la comunicación y en la contratación de socios comerciales (como el uso de datos o la monetización).

Además, las clasificaciones de las ciudades inteligentes deberían atribuir más importancia a los indicadores centrados en los habitantes cuando calculan la puntuación total. Cuando no se refleja la importancia de la centralidad del habitante en las clasificaciones, se establecen falsos incentivos y ejemplos engañosos para futuros proyectos de ciudades inteligentes.

Cómo centrarse en las personas

La ciudad de Montreal comprometió a sus ciudadanos mediante cuatro encuestas, reuniones y una línea telefónica dedicada para informar sus metas de ciudad inteligente y recopilar ideas. En total, la ciudad recopiló datos de encuestas cualitativas de 7601 residentes, lo que equivale a menos del 0,0045 % de la población de la ciudad. Es obvio que una parte no representativa de la población podría haber impactado la vida de todos los habitantes. Por lo tanto, necesitamos una recopilación de datos más científicamente representativa. Además, se debe incentivar y reunir continuamente las opiniones y la generación de ideas de los ciudadanos, no solo en algunas etapas de los proyectos.

La línea telefónica dedicada de Montreal logró más de un millón de puntos de datos que revelaron los deseos y problemas de sus ciudadanos. Predominantemente incluían carreteras, parques, recolección de residuos o alumbrado público. Mientras los expertos en tecnología discuten la inteligencia artificial, el análisis de datos, los sensores, la robótica o la cadena de bloques en el contexto de una ciudad inteligente, los habitantes parecen definir una ciudad inteligente con menos énfasis en la tecnología. Por lo tanto, es importante establecer un terreno común cuando se trata de definir una ciudad inteligente y educar a los ciudadanos sobre las tecnologías digitales. Por el contrario, los comités directivos de ciudades inteligentes tienen que incorporar mejor los problemas, deseos y necesidades de sus habitantes.

Las ciudades como Estocolmo, Reikiavik, Ámsterdam y Copenhague tienen plataformas de sugerencias vinculadas en su sitio web u ofrecen aplicaciones a través de las cuales los habitantes pueden proporcionar información sobre la infraestructura y el entorno de la ciudad. Sin embargo, estas herramientas de comunicación tienden a excluir a las personas sin conocimientos digitales como los ancianos o simplemente los habitantes menos informados, lo que también resulta en un sesgo. Las personas con conocimientos e intereses digitales pueden contribuir de manera desproporcionada a una estrategia de ciudad inteligente. Por lo tanto, también hacen falta visitas domiciliarias y puntos de contacto fuera de línea dedicados que se comuniquen en los periódicos locales y por cartas. Los ciudadanos también deberían tener acceso continuo y en línea a un sistema de votación para la selección y financiamiento de las propuestas de proyectos.

Para cerrar la brecha de conocimiento tecnológico en los comités directivos, los gobiernos también deberían invertir en personal de tiempo completo que pueda iniciar y gestionar los proyectos de ciudades inteligentes. Debería ser un equipo diverso de ingenieros, programadores informáticos, estadísticos, biólogos, psicólogos, científicos sociales, abogados, ingenieros civiles, profesionales de la salud, profesores y otros que puedan crear un consejo de ciudad inteligente, equilibrado y experto. Tal equipo multidisciplinario dependería menos de consultores externos y socios corporativos, lo que permitiría un diálogo más cercano y menos sesgado con los habitantes.

Solicitud por el centrado en los habitantes

Pido a los tomadores de decisiones de los proyectos de ciudades inteligentes que incluyan a un grupo representativo de los habitantes de sus ciudades en sus ideas, desarrollo de estrategias e implementación de proyectos. Deben realizar encuestas exhaustivas, grupos focales y entrevistas, tener un centro de innovación abierta tanto en línea como fuera de línea con un sistema de votación democrático y transparente. Los proyectos que reciben altos índices de aprobación y que los expertos consideran factibles, deben desarrollarse conjuntamente con un circuito cerrado de opiniones del público. Además, la comunicación debe ser transparente y el comité directivo interdisciplinario debe ser accesible.

Las ciudades deben brindar capacitación digital y crear conciencia para que cada habitante pueda comprender cómo se define una ciudad inteligente y las implicaciones que podría tener, como la sostenibilidad, la seguridad, los costos y la privacidad, por ejemplo. Los socios comerciales deben seleccionarse de manera transparente, no solo tomando en consideración el precio, sino también el uso de datos, la seguridad, el mantenimiento y la sostenibilidad, junto con otros indicadores.

En última instancia, las ciudades se construyen para varias generaciones y no para satisfacer los intereses comerciales de empresas o políticos ambiciosos que desean dejar su huella. A pesar de que una ciudad podría promocionarse a sí misma como inteligente o utilizar tecnologías innovadoras, no serviría de nada si descuida a su gente y entorno.

 

Fuente: WORLD ECONOMIC FORUM 

Una ciudad flotante de 10.000 habitantes anticipa el futuro urbano

Una ciudad flotante, capaz de albergar 10.000 habitantes, sostenible, asequible y autosuficiente, está diseñada para resistir desastres naturales y crecer a largo plazo. Forma parte del programa de Naciones Unidas para la mejora del futuro urbano.

Un estudio de arquitectura ha revelado imágenes de un  concepto de ciudad flotante y autosuficiente, diseñado para resistir desastres naturales como inundaciones, tsunamis y huracanes. La ciudad, denominada “Oceanix”, es un proyecto encargado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el marco de sus objetivos de desarrollo sostenible.

Compuesta por una colección de plataformas hexagonales amarradas al fondo del océano, la ciudad puede albergar a unos 10.000 residentes y tiene las instalaciones para producir su propia energía, agua dulce y calor. Además, está diseñada para crecer, transformarse y adaptarse orgánicamente a lo largo del tiempo, evolucionando de barrios a ciudades con la posibilidad de crecer indefinidamente.

El concepto, diseñado por el estudio danés Bjarke Ingels Group (BIG), se presentó el pasado miércoles, 3 de abril, en una mesa redonda en Nueva York organizada por ONU-Habitat, el programa de Naciones Unidas que trabaja por un mejor futuro urbano.

«Somos la agencia de la ONU encargada de trabajar con las ciudades, ya sea en tierra o en agua», señala Maimunah Mohd Sharif, el director ejecutivo de ONU-Hábitat y el subsecretario general de la ONU, en un comunicado. «Estamos listos para entablar un diálogo sobre ciudades flotantes sostenibles para garantizar que este floreciente sector se movilice con buenos resultados y en beneficio de todas las personas».

También han colaborado en el proyecto el Centro de Ingeniería oceánica del  Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la sociedad profesional internacional The Explorers Club y OCEANIX, un grupo sin ánimo de lucro que invierte en ciudades flotantes en esta nueva frontera marítima.

“Oceanix”: una ciudad modular

Como parte de la nueva agenda urbana de ONU-Hábitat, los participantes del proyecto proponen un ecosistema artificial sostenible, que canaliza los flujos de energía, agua, alimentos y residuos para crear una metrópolis marítima modular.

Las representaciones muestran una serie de islas pobladas por estructuras de mediana altura construidas con materiales sostenibles. BIG conceptualizó la arquitectura para que las futuras generaciones de arquitectos pudieran desmontarla y reconfigurarla fácilmente.

«Nueve de cada diez de las ciudades más grandes del mundo estarán expuestas a niveles de mar crecientes en 2050”, apunta Bjarke Ingels, socio fundador de BIG. “El mar es nuestro destino, también puede ser nuestro futuro».

«La arquitectura aditiva puede crecer, transformarse y adaptarse orgánicamente a lo largo del tiempo, evolucionando de un vecindario de 300 residentes a una ciudad de 10,000, con la posibilidad de escalar indefinidamente para proporcionar comunidades náuticas prósperas para las personas que se preocupan por nuestro planeta», explica Ingels.

La ciudad flotante se asentaría en la costa desde las principales ciudades costeras, pero podría ser remolcada a otros lugares en caso de un desastre. Añadiendo un elemento adicional de seguridad, todas las estructuras se diseñarán para resistir inundaciones, tsunamis y huracanes de categoría 5.

Las islas serían reforzadas por Biorock, un material con un revestimiento de piedra caliza formado por la exposición de minerales bajo el agua a una corriente eléctrica. El material que se repara a sí mismo se vuelve más resistente con el tiempo, por lo que puede soportar condiciones climáticas adversas. Es tres veces más duro que el hormigón, pero aún puede hacerse flotar.

Ciudades asequibles y respetuosas con el medio ambiente

Según Marc Collins Chen, cofundador y director ejecutivo de OCEANIX, los humanos pueden vivir en ciudades flotantes en armonía con la vida bajo el agua.

“Existe la tecnología necesaria para poder vivir en el agua, sin matar los ecosistemas marinos”, explica Chen. “Nuestro objetivo es asegurarnos de que las ciudades flotantes sostenibles sean asequibles y estén disponibles para todas las áreas costeras necesitadas. No deben convertirse en un privilegio de los ricos.

 

El proyecto aborda la escasez de viviendas y las amenazas del aumento del nivel del mar. Es la aspiración a un hábitat respetuoso con el medio ambiente, pues las aldeas no permitirían ningún automóvil o camión de alta emisión y usarían tubos neumáticos para transportar la basura a una estación de clasificación y reciclaje de residuos.

El concepto podría utilizar otras tecnologías nuevas, incluidos vehículos sin conductor, entregas mediante aviones no tripulados y cultivos oceánicos (cultivo de alimentos debajo de la superficie del agua). Las jaulas debajo de las plataformas podrían recolectar vieiras, algas marinas u otros mariscos. Los sistemas acuapónicos usarían los desechos de los peces para ayudar a fertilizar las plantas.

Ciudades para la naturaleza: una visión del diseño urbano

Imaginemos que vivimos en el año 2050, para entonces México contará con más de 150 millones de habitantes. Ahora preguntémonos si México está preparado para tal crecimiento urbano. ¿Estamos planeando nuestras ciudades para que podamos soportar de una manera sostenible otros 25 millones de habitantes a los 125 millones que actualmente vivimos en México? ¿Estamos preparados para pasar de 384 ciudades a 961 hacia el año 2030? ¿Hacemos ciudades para la naturaleza? (ONU hábitat)

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Comunidades planeadas y sus factores para el desarrollo

La infraestructura debe ser entendida como el cimiento que garantice la estabilidad de todos los elementos; factores necesarios para proporcionar la inversión, producción y crecimiento sano de las ciudades y sus habitantes. Dicho término se relaciona de manera directa al desarrollo de comunidades planeadas y las smart cities. 

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