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Juntos pero no revueltos (vivir en condominio)

Una verdad como un tren es que los mexicanos no sabemos vivir en condominio. Nos gusta juntos pero no revueltos. A la voz de “el mejor vecino es el que no conoces”, nuestra azteca y nada republicana apreciación de la vecindad nos lleva siempre a dos extremos: no participar o confrontarnos; la apatía o el autoritarismo. Y es que el asunto es relevante si consideramos que hoy en la práctica urbana, cualquier nuevo desarrollo adopta este régimen de suelo sin que se esté impulsando, en lo social, un nuevo modelo de interacción ciudadana.

La armonía en este modelo “moderno” de coexistir es un tema de gobernabilidad que debe preocupar al Estado y ocupar a los legisladores. Son escasos los condominios que una vez que la empresa desarrolladora se ha marchado, mantienen la calidad de sus servicios y el buen estado de equipamientos y mobiliario. Hay excepciones, claro que sí, pero en la mayoría de nuestros condominios existen serios problemas de mantenimiento y organización. Unos porque trabajan todo el día, otros porque les da flojera, el caso es que la participación comunal siempre se regatea tanto como la cuota mensual.

Dice la legislación urbana que el Secretario del Ayuntamiento es el amigable componedor de los conflictos condominales (Artículo 219 Código Urbano). Si bien en 1992 sonaba romántico encargarle esta bonita chamba, hoy el contenido de este precepto se materializa con dificultad. Los Secretarios tienen múltiples tareas y poca información; poco tiempo y cabeza para atender las maratónicas juntas vecinales. Valdría la pena que ahora que se está discutiendo la gran reforma, se reasigne esta competencia y se fortalezca a los Delegados municipales, quienes en verdad tienen el pulso de lo que pasa en cada territorio administrativo de la zona metropolitana.

En este contexto, un avalúo puede ser una desagradable sorpresa pues la afectación patrimonial de un condominio que chafea es general para todos los copropietarios, los materiales no avisan, solo acusan el paso del tiempo y la falta de cuidados. La realidad es que la plusvalía de una vivienda condominal no solo se estanca sino que incluso declina mientras que, curiosamente, el predial sube año con año.

Lejos y casi perdidas en el olvido están las enseñanzas de educación cívica que nos dieron cuando púberes. Recuerdo con cariño a la Maestra Villamil hablándonos de tolerancia y respeto. Hoy convivir, en la deficiente cultura de la vecindad que mostramos, puede significar un bullyng entre adultos peor que el que tiene preocupado a los Secretarios de Educación de todo el país.

Hace unos días el Diputado Gerardo Cuanalo le puso el cascabel al gato. Propone que se apruebe un nuevo reglamento de convivencia vecinal (¿?) del cual podemos esperar dos cosas: primero, que no sea solo una declaración de Diputado y dos, que en el caso de desarrollarse, la iniciativa no sea congelada en el “refri” que controla –ahora de nueva cuenta– Hiram Rubio. solo por provenir del PAN.

P.D. ¿Qué logros o que credenciales habrá presentado el ahora ex Director de Gobernación municipal para que fuera nombrado por sus superiores como Secretario Técnico? El descontrol en la vida nocturna de Querétaro no puede taparse con operativos de Antro Consentido para la prensa. Hoy los menores entran sin control a lugares como “el Clásico” y algunos empresarios rebeldes doblegan cualquier horario y cierran cuando se les antoja, afectando al colectivo representado por Rogelio Garfias. Por otra parte, el comercio en la vía pública requiere un trato firme –que no autoritario– pues acusa riesgo de tronar; lo que en otro tiempo fue armonía al interior de las principales organizaciones de comerciantes, hoy es división o incluso peligrosa anarquía.

Sintoniza en www.radiociudadypoder.com el Programa Hacer Ciudad bajo la conducción de Jorge Vazquezmellado y un servidor. Esta semana el tema es la política de vivienda y la emergencia declarada por los organismos intermedios en Querétaro; a todos nos afecta de una forma o de otra.