Las barbas del vecino (protección civil)

Dice la voz popular que cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar. Lo que ha pasado en Japón debe encender las alarmas de todo el planeta en cuanto a protección civil se refiere. Comparado, nuestro modesto atlas de riesgos es un sencillo libreto de medidas, certificaciones y equipamientos. ¿Un tsunami? pues solo que en Carrillo Puerto; ¿un terremoto? pues tampoco, como pudo ser constatado en 1985. Sin embargo, no por ello este elemental tema de la Ciudad debe ser tratado con poco interés o superficialidad tanto por las autoridades como por nosotros los ciudadanos.

Simulacros, señalización, extinguidores, antiderrapantes y plantas de emergencia; hidrantes, abanderamientos, cascos y trajes ignífugos; todos estos, en ocasiones, parecieran ser elementos de una cultura que no es la nuestra.

Que difícil parece a veces hacer entender a los dueños de un antro que no pueden saturar sus negocios o bloquear las salidas de emergencia con rejas de refresco. Que complejo puede llegar a ser pedirle a la población que no tire basura en los drenes. Y es que las autoridades encargadas de prodigar protección civil no la tienen fácil, con frecuencia deben sentir que están arando el mar.

Hace algunos años tuve la oportunidad de coordinar la estrategia municipal para atender la temporada de lluvias. Veníamos de la crisis que provocaron las tormentas de 2003. Cientos de millones de pesos se perdieron en enseres domésticos y más de un millar de vehículos tuvieron averías considerables. Quizá por eso fue sencillo organizarnos, pues nadie quería otro año de aguas devastadoras. Se compraron “vactors” y se hundieron millones de pesos en drenes pluviales; sin embargo, no dejamos de crecer y el agua con su implacable memoria es siempre una amenaza patrimonial para los queretanos.

Por aquellos días, en 2004 el Municipio de Querétaro preparó y publicó el primer Atlas de Riesgos, un bienvenido documento que al final de cuentas resultó parcial y en la práctica solo una fotografía no actualizable de la situación municipal. Los verdaderos modelos, los que en realidad nos mantienen preparados para la contingencia, distan mucho de ser estáticos; de hecho son tan dinámicos como el día a día y se articulan al ritmo de las actividades de la gente, pues son –más que un rosario de acciones– una actitud…

¿Se habrá renovado y mejorado el Atlas? No lo sé de cierto. Si bien se está trabajando en la educación básica por una formación diferente en las nuevas generaciones, los avances en la conciencia ambiental y la cultura de la protección civil van despacito. La generación cuarentona, los que nunca oímos hablar de esto, somos proclives a evadirla, nos duele el costo de una inspección y si se puede rehuimos certificar nuestros negocios.

Por su parte, las autoridades también sufren los efectos de esta incultura, solo basta revisar el abanderamiento de algunas obras públicas, donde se tienden verdaderas trampas a la gente ya sea de a pie, en coche o en bicicleta. Hay muchas historias trágicas que contar, todos tenemos una, desde una llanta tronada hasta un amigo que falleció porque literalmente lo atentó la calle.

Hace solo unos días en el festejo priista, el Querétaro Centro de Convenciones estuvo a nada de estrenarse trágicamente. El manejo de masas falló y el clásico portazo puso en riesgo la vida y la integridad física de los más distinguidos y colorados cuadros del partido que gobierna la Entidad. ¿Qué hubiera pasado si alguien hubiera perdido la vida? ¿Quién hubiera sido responsable?… pero como el hubiera no existe, pues ahí pa´l otra…

Aun con la ferocidad de las imágenes, es difícil concebir lo sucedido en el país del sol naciente; sin embargo, estoy seguro que el heroico pueblo nipón habrá de sobreponerse a la madre naturaleza como otras veces lo ha logrado, pues está probado, ellos tienen la actitud.

¿Y tú, tienes la cultura o te vale?

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