Maizeando los CELs para la CFE

El pasado 28 de octubre se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el que se modifican los Lineamientos que establecen los criterios para el otorgamiento de Certificados de Energías Limpias y los requisitos para su adquisición, que anteriormente habían sido publicados el 31 de octubre de 2014. Este acuerdo, si bien no ha causado revuelo en la opinión pública, ocupada ordinariamente con asuntos más cercanos a la vida cotidiana, ha dado de qué hablar en el sector energético.
Expliquemos un poco el antecedente: los Certificados de Energía Limpia (CEL) son un producto de la reforma del sector eléctrico. Son instrumentos de mercado con una doble intención: por un lado, incentivar la inversión en los proyectos de energía limpia necesarios para generar energía que atienda la demanda creciente del sector eléctrico; y en segundo lugar, como otra cara de la misma moneda, contribuir desde la perspectiva del medio ambiente con un sector eléctrico que se haga de fuentes de generación de energía eléctrica más limpias.
La introducción de los CEL al mercado eléctrico cierra su pinza con la meta nacional de generar el 35 por ciento de la energía del país a partir de fuentes limpias para el 2024, meta basada principalmente en un razonamiento ambiental, y con la obligación de los suministradores de proveer un porcentaje determinado de energía a partir de fuentes limpias. Los CEL se vuelven un elemento importante del mercado eléctrico, porque nacen en un mercado con una necesidad generada y con unos usuarios necesitados.
Hasta ahora, y sin ahondar en detalles excesivos, los CEL se generaban a razón de un certificado por cada MW de energía generada a partir de una fuente limpia. Sin embargo, estos certificados solo podían ser atribuidos a centrales eléctricas generadas a partir de la emisión de la Ley de la Industria Eléctrica, lo cual servía para incentivar el desarrollo de nuevas centrales de energía limpia, pues uno de los productos que se consideraban para el retorno de inversión de estas eran los CEL que se generarían y que, bajo una lógica de mercado, pueden comercializarse con precios regulados libremente por el mercado. Esto, a fin de cuentas, situaba el beneficio de los CEL como una atribución prácticamente exclusiva de las centrales eléctricas más nuevas y, claro está, limpias.
El acuerdo publicado por la Secretaría de Energía el pasado 28 de octubre cambia el escenario. Si bien el acuerdo podría parecer menor al simplemente modificar un párrafo existente en el acuerdo original del 31 de octubre de 2014, con el que se crearon las reglas para el otorgamiento de los CEL, sus efectos parecen ser considerablemente más amplios.
El acuerdo del 28 de octubre de este año autorizó que las centrales eléctricas legadas y limpias, es decir, aquellas anteriores a la creación de la Ley de la Industria Eléctrica en agosto de 2014, también puedan recibir certificados de energía limpia en la misma razón que las plantas más nuevas. Esto irremediablemente tiene un gran beneficiario: la Comisión Federal de Electricidad, que sigue siendo el actor preponderante en el mercado eléctrico, y que con mayor razón lo era antes del 2014, con sus centrales (hoy) consideradas legadas. Cabe decir que, si bien es cierto que no hay nada que impida que una central generadora particular e igualmente legada pueda también beneficiarse del nuevo otorgamiento de los CEL, estos en realidad serán los menos casos frente a la manera como se beneficiará la CFE.
Si bien a primera vista el acuerdo pudiera parecer inofensivo, son dos las grandes polémicas que acaba generando de manera paralela a la discusión de si esto terminará por desincentivar la inversión privada en el sector eléctrico:
Que representa una modificación imprevista a las reglas de un mercado eléctrico frágil, lo que de por sí ya es incómodo para los inversionistas que sienten que esto aumenta el clima de incertidumbre, y máxime cuando la modificación acaba por beneficiar al actor favorito desde el gobierno, como lo es la CFE.
Y segundo, que, desde una lógica de estricto mercado, hay una alta probabilidad de que esta medida redunde en una saturación y demanda excesiva de CEL.
Ojo, esto no significa necesariamente que se reducirá la inversión en plantas generadoras. Si bien los CEL eran un incentivo más para entrarle al negocio, lo cierto es que el meollo del asunto reside en la demanda creciente de energía eléctrica, que puede redituar interesantes retornos para los inversionistas, con independencia de los CEL. Quizá entonces lo que más duele es ver cómo de un dedazo se maizean las reglas para acabar por beneficiar a la CFE.

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