QCC: La Dimensión Desconocida

La reciente obra del Gobierno del Estado resulta impresionante; sin titubeos,  nos remite inexorablemente al elogio. Y no es su tamaño,  que es colosal; no es su escala,  que es diferente a cualquier cosa imaginada en nuestra Ciudad. No es su portentosa fachada, que se mueve por la inteligencia de su magnífico diseño; lo que subyace en esta obra es el significado, la fusión de lo que hemos sido con lo que pensamos que podemos ser. El inmueble es un discurso de futuro,   una proclama de grandeza, una llamada al mundo desde nuestro humilde Cerro del Tángano.
Al subir por primera vez la avenida que lleva al nuevo “Querétaro Centro de Congresos”  podría escucharse la clásica tonada de aquel mítico programa de televisión llamado la Dimensión Desconocida (¿recuerda la tonadita?… nini-nini… nini-nini…) Al llegar a la cima uno se encuentra con el imponente objeto que pudo solamente imaginar una mente brillante como la del  Arquitecto Teodoro González de León. El sentimiento de haber sido mágicamente teletransportado a una dimensión desconocida,  es obligado e interrumpe cualquier comentario al quedar frente al conjunto de salas y estancias que son casi de ficción.
El grupo de edificios es una muestra de la continuidad de las instituciones y un referente obligado cuando se hable de alternancia democrática; un elemento vivo que muestra tanto la madurez de un pequeño gran Estado de la República como la capacidad de su gobierno actual para ir más allá de la diatriba y el desprestigio a los antecesores. ¿Cuánto ha costado?… ya qué más da. El inmueble no solo es estructura,  vidrio y  pintura, es un nuevo rasgo del carácter de esta tierra; una renovada actitud hecha figura. Su calidez vendrá después, cuando lo impregnemos del olor de casa todos los queretanos.
Para unos significó conflicto, ahora para otros un éxito rotundo; otro más que hilvanan los ejecutores Sergio Chufani y Pio Décimo Salgado, ahora además  tejiendo con el fino sedal de la ironía por el juego que se dio en los tiempos políticos de esta obra. Celebro la sobriedad del festejo y la iluminación exterior: la bandera de México en todo lo alto.  
El reconocimiento, justo y merecido a Don Teodoro. Un hombre que está más allá de honores,  pero que había que traer a escuchar el aplauso. Para quienes pretendieron desplazarle, el tiempo –que es con frecuencia un verdugo– el sábado les dio una lección de legitimidad. Pues esta obra,  sin reclamo ni regateo posible,  se suma al legado físico de este mexicano excepcional que con su arquitectura, infunde credibilidad en este país.
El Gobernador Calzada ha cumplido y de nuevo con serenidad, con visión de Estado. Me dio gusto ver al Presidente Municipal sonriendo pues lo que fue un dolor de cabeza para su gobierno, termina siendo una oportunidad de riqueza y bienestar para la Capital.  Ahora toca a los Secretarios de Turismo y Desarrollo Sustentable,  Mauricio Salmón y Tonatiuh Salinas, la nada fácil empresa de llenar el Centro de Convenciones de vida cotidiana; también nos toca a todos los queretanos pues mantener este magnífico equipamiento en el parámetro de la sustentabilidad  va a requerir astucia, pericia y algo de temeridad. Hay que pensar en grande.
Alguien me decía en la estupenda, multipartidista y alegre cena inaugural que hay agenda contratada para todo un año. Lo cierto es que no habrá quien pueda criticar si no es así y el inicio es menos intenso ya que después de todo, la edificación tuvo muchas circunstancias y en sus inicios vivió en el misterio, curiosamente como en  la Dimensión Desconocida.   
P.D. Para quienes podemos pensar que la ubicación espacial de este centro de convenciones pudo ser donde ahora está el Estadio Municipal y la Biblioteca Gómez Morín,  nos queda el consuelo de lo que puede esperarle a ese centro neurálgico del centro de la Ciudad,  hoy seriamente infrautilizado y ávido de un replanteamiento. 
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