El Barrio de la Vieja Estación y La Otra Banda Nuevo Urbanista

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez

La máquina suena otra vez; desde el andén el División del Norte o quizá otro convoy, despierta a los vecinos del barrio con el primer petardo del día. Con la cabeza entre las piernas junto a la taquilla se ve a un desvelado durmiendo “la mona” en la banca de la Estación a la espera que Don Chava acabe de barrer y le pueda invitar un “pegue” que cure sus males. A lo lejos, con su bolsa de cuadritos, feliz por la nueva y gran banqueta va rumbo del Tepe una Doña; inicia un nuevo día cerca de la Estación, en la Otra Banda, en el viejo barrio que hoy muestra su renovado encanto.

Caminar por lo que fue una de las zonas más bravas de Querétaro es ahora un estupendo paseo; aquel barrio de los ferrocarrileros, de casas hechas con material robado de algún vagón, paso a paso nos va sorprendiendo: hermosas fachadas con mosaico antes perdidas en el panorama y balcones que estrenan maceta. Vecindades que orgullosas, pintorescas lucen ropa de asolear. Casonas que estoy seguro, pronto albergarán orfebres, pintores y poetas. Talleres que se irán volviendo cafeterías, restaurantes y hoteles “boutique”.

La generosidad del espacio público es el valor agregado; ésta, la más importante y seria intervención urbana en el Centro Histórico desde aquella impulsada por nuestro querido ex Gobernador Don Rafael “el Negro” Camacho en 1980, se ha hecho con todo respeto; con esa misma vocación y con ese mismo cariño. Francisco Domínguez ha legado a los queretanos la regeneración de un barrio que repleto de joyas, escondíamos cual pecado de juventud.

Nada podrá detener el renacimiento de La Otra Banda; de este lado del Río sobran rincones y se siente la solera de un Querétaro grandioso y trabajador. Caminar esas banquetas, ahora robadas en Primavera y Cuahutemoc lo dejarán a Usted contento: cruces a nivel, bolardos, macetones de cantera y bancas de durmiente conforman un escenario entrañable rematado por plazoletas que junto con el Jardín de Los Platitos, me obligaron a imaginar de regreso a los Mariachis. Si, a esos que un día llevamos a la esquina de Universidad y 5 de Febrero porque ya ni en El Luchador los aguantaban.

Lo invito a recorrer un paseo esplendido de pórfido estampado por Héroes de Nacozari y ofrecer un saludo a la máquina de vapor que nos recuerda la Revolución y sus caudillos. Los invito a reconocer la Vieja Estación que a sus cuatro aguas y a su fachada acolchonada se le ha añadido una fuente que emula al Sol. Desde ahora, sus rayos acompañarán las magníficas herrerías con la “Q”, símbolo de otra época que casualmente coincide con la imagen corporativa de su benefactor: el “Querétaro Capital”.

Rumbo de los talleres de la empresa ferroviaria Kansas, se mira el chacuaco de la antigua Fábrica de Aceite, ahora convertida en Centro Cultural para chicos y grandes. Un espacio para el cachibol de la tercera edad y el ajedrez; para la Filarmónica que ahí ensayará y para los chavos del barrio que en sus talleres y en la unidad deportiva que broto del baldío se alejarán de los vicios. La gran chimenea con sus antenas de celular es ahora un hito de color y cada espacio debajo de ella un obsequio a la gente.

No puedo dejar de mencionar que esta magnífica intervención en lo arquitectónico tiene además otra aportación espectacular; y nótese que no uso la palabra con lisonja, lo invito a admirar la forma como fue resuelto el cruce subterráneo de las vías por la calle de Felipe Ángeles. Le aseguro que se va a quedar como yo – perplejo– por no usar otra palabra más fuerte. A la obra inteligente ingeniería del paso que rehabilitaron –y que ya no se inunda— le añadieron como remate una fuente que alude a Quetzalcoatl, interpretando nuestra mexicanidad.

No le digo más, vaya Usted y dese cuenta lo que noventa millones de pesos bien empleados le pueden hacer a la Ciudad cuando se invierte sin cálculo político. Felicidades a todos los arquitectos, ingenieros, contratistas, albañiles, carpinteros y un largo etcétera, que participaron en estas obras. Orgullo y satisfacción es el premio a todos esos días de maratón y porque no, también un pegue que Chava y yo invitamos. Feliz Navidad!!