Cuidado con el gatopardo

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Si no procuramos de inmediato la institucionalización a nivel municipal de la reciente reforma al Código Urbano, los que no querían cambios van a tener la oportunidad de hacer gatopardismo: cambiar algo para que todo siga igual. 

Cuando la difusión del cambio es pobre –limitada solo a un círculo de iniciados– el cambio corre el riesgo de incitar a los conservadores y a que estos busquen –bajo su patrocinio–  empoderar a otros hasta conseguir que los efectos de cualquier cambio se retrotraigan o en el peor de los casos se estabilicen sin causar mayor daño a sus intereses. Solo basta revisar la historia. 

Muchas son las tareas para lograr el desarrollo institucional de la Reforma al Código Urbano;  para lograr el efectivo nacimiento de las nuevas estructuras de control y gobierno de la planeación, así como de la gestión y el ordenamiento territorial. Esta es una agenda que la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Gobierno del Estado debe asumir como la más alta prioridad.  

Por más que la inercia de tantos años solo pegando tabiques y haciendo pasos a desnivel los impulse, estos trabajos deben estar por encima de la obra pública, incluso de la tan esperada –como sin duda lo es, solución del nudo de Los Arcos–. Es hora de colgar el casco y arrastrar el lápiz; es la hora del detalle, la hora de hacer política urbana; política de finos acabados y alcances duraderos.  

¿Quien se puede declarar inmune a la inquietud que trae consigo el cambio? Si cualquier modificación de las circunstancias personales altera nuestra tranquilidad, cuando esta modificación es institucional y económica no solo se dan efectos en lo particular; se altera el status quode lo público y, casi siempre,  la ignorancia y la desinformación ponen en marcha una maquinaria de poleas que jalan y estiran el psique colectivo con una fuerza peligrosamente reactiva que solo se resuelve con difusión, diálogo y humildad. 

Hoy recomiendo la lectura de Giuseppe Tomasi de Lampedusa  que inspirado en la Sicilia de principios del siglo pasado  legó a los mexicanos en  «Il Gatopardo» una idea que sintetiza  el derrotero que pueden sufrir –en las democracias en proceso– las ideas e incluso las leyes que no se institucionalizan debidamente.  

Y es que vale la pena hacer un poco de historia para que tenga sentido lo que acuso: en 1992 después de la nada sencilla tarea de parir un vanguardista Código Urbano, ejemplo en su momento para todo el país, una fuerza no identificada impidió, hasta el pasado 30 de mayo de 2012 que la ley urbana se pudiera reglamentar y que sus instituciones (como la Comisión de Conurbación por ejemplo) pudieran funcionar debidamente.  

Siempre hubo un pero, siempre hubo un «no es el momento»;  siempre hubo un «déjame lo reviso» pero la realidad fue que vivimos 20 años sobre reglas no escritas, criterios trianuales, corrupción  y múltiples gurús  e interpretadores del urbanismo que expandieron la zona metropolitana sin recato alguno. La sencilla, sincera y urbanística visión de Enrique Burgos y de diputados como mi querido maestro Carlos Arvizu García o de abogados y notarios como Sergio Zepeda Guerra, por entonces Director Jurídico del Gobierno estatal, quedó permanentemente inconclusa.
Dada la experiencia  y teniendo tres años por delante, considero que el Secretario Sergio Chufani Abarca tiene la responsabilidad de apoyar al Ejecutivo en la compleja tarea de conducir la institucionalización de la reforma al Código Urbano y no puede ni debe dejar solo en manos de los actores del desarrollo urbano la interpretación y edificación de los nuevos acuerdos.  

Si la obra pública anunciada la semana pasada es importante, mucho más importante resulta guiar a los nuevos ayuntamientos, a los nuevos secretarios y directores municipales hacia una actitud receptiva y colaborativa para lograr construir una visión urbana común del Estado de Querétaro y sobre todo un modelo coercible. ¡Cuidado con  el gatopardo! 

Gracias por sus comentarios al e-mail hacerciudad1@gmail.com así como a todos los fans de la página de Facebook Hacer Ciudad. También los invito al blog hacerciudad1.blogspot.com donde esta y las columnas de los últimos tres años están compendiadas.